10 motivos por los que The Last of Us es el Mejor Juego de la Década
The Last of Us puede haberse convertido en una de esas obras culturales inmortales que solamente, como el buen vino, mejora con el paso del tiempo. Y es que el juego de Naughty Dog lleva acumulados más de 200 premios como Juego del Año desde su lanzamiento original en 2013 en Playstation 3. Hace pocos días, no obstante, The Last of Us consiguió el culmen de su carrera, la cima que ya lo ha acabado de convertir en una joya única para la mayoría de jugadores de la consola de Sony: The Last of Us fue elegido como Mejor Juego de la Década por los usuarios de Metacritic.
A pesar de que la década terminase con títulos como Red Dead Redemption 2, God of War o Horizon: Zero Dawn, los jugadores tienen claro que el juego de Naughty Dog sobre el apocalipsis está por encima de cualquier plano secuencia con dioses nórdicos, mundos abiertos con robots increíbles o westerns de Rockstar plagados de detalles. No es de extrañar que The Last of Us consiguiese hacerse con ese puesto número uno, dado que los elementos que lo componen, a pesar de que hemos podido verlos con anterioridad, nunca habían sido tratados con semejante mimo y con tanta pasión por querer que los jugadores se integrasen en la historia y conectasen con los personajes.
Nosotros hemos recopilado una serie de motivos por los que creemos que The Last of Us se ha llevado el título definitivo de Mejor Juego de la Década.
Crear una historia original a raíz de una base manida
El concepto del que parte la historia de The Last of Us ha sido tratado por el cine de género de terror desde hace décadas: una infección, un virus, o como queráis llamarlo, acaba con prácticamente toda la humanidad convirtiéndolos en zombis, monstruos o seres terroríficos. Unos pocos elegidos deben abrirse paso a través de ese mundo postapocalíptico para llevar a cabo una tarea, generalmente una que gire en torno a poner fin a la infección, o simplemente intentar sobrevivir día tras día en ese infierno sobre la Tierra.
Naughty Dog, aparte de darle al virus un origen innovador basado en un hongo, y que además años más tarde serviría para que algunos directores de cine partiesen de ese concepto, como el caso de Summer Camp de Alberto Marini, supo idear una trama en la que los jugadores sintiesen que estaban viviendo algo nuevo por primera vez. Una historia plagada de personajes interesantes, importantes y con un impacto profundo que dejaban huella con sus apariciones. Por muy pocas que fueran.
Por sus personajes principales y secundarios
Ellie y Joel son ya leyendas dentro de los juegos. Dos personajes unidos por la tragedia que se ven enzarzados por el destino y obligados a tener que cooperar para conseguir un bien común. La pérdida de Joel en los primeros compases del juego supone un golpe emocional del que todavía no nos hemos recuperado. Con apenas unos minutos, Naughty Dog logra que conectemos y empaticemos con un personaje al que apenas conocemos y del que nos quedamos totalmente prendados. Pero Joel solamente es uno de los dos anzuelos que tiene preparada la obra, puesto que poco tiempo después de que asentemos el corazón de tanta llorera por la hija de Joel, aparece Ellie, una joven a la que debemos proteger a toda costa y a la que, como Joel vamos queriendo más segundo a segundo.
El dúo protagonista es uno de los mejores que hemos visto en la historia de los videojuegos. Ambos inician una especie de buddy movie con zombis donde el drama tiene mucho más peso que la acción y cada paso que damos lo hacemos mirando por el bien de sendos personajes. Ahora bien, los secundarios en The Last of Us tampoco se quedan atrás.
Por poner solamente un ejemplo rápido y para no tener que ir nombrado el listado de todos y cada uno de los personajes que aparecen, Henry y Sam aparecen fugazmente en la trama principal, pero su aparición es vital para comprender la evolución emocional que están llevando a cabo Joel y Ellie y el duro mundo al que se enfrentan. Tess, por otra parte, también es otro de los personajes a los que nos quedamos terriblemente enganchados. El Pepito Grillo de Joel que le dice qué es lo correcto y lo que no.
Terror puro maquillado por la belleza de un mundo corrompido
Si hay algo que le tenemos que reconocer a The Last of Us es la capacidad que tiene por mantenernos tensos. Algunos de los escenarios que atravesamos con Joel y Ellie son de infarto. Naughty Dog demuestra que sabe hacer una buena historia de drama, pero también que es perfecta conocedora del género sobre el que se está moviendo, por lo que recrea un diseño de escenarios que no tienen nada que envidiar a cualquier largometraje de horror de zombis. Por lo menos de década en la que se encuadra el juego.
Mediante la habilidad de Joel para poder ver a través de las paredes, podemos hacernos una idea de dónde están los enemigos en los enfrentamientos, pero eso no es suficiente para mantenernos en calma, porque el sonido de los chasqueadores es espeluznante, todavía tenemos pesadillas con ellos. Ahora bien, si hay algo que contrasta con ese terror, son las pequeñas escenas en las que Joel y Ellie se detienen a contemplar la belleza del mundo. Los pequeños detalles que hacen que sigan adelante y que todavía merezca la pena estar vivos. Todos recordamos esa mítica escena con las jirafas o la rompedora luz que resquebraja entre los ruinosos edificios. No hay luz sin oscuridad, y The Last of Us es el mejor ejemplo de ello.
Los chasqueadores
Como os comentábamos, los chasqueadores son el elemento más terrorífico del juego. Y no es para menos, llega un punto en la historia en el que con tan solo escuchar brevemente sus chasquidos se nos pasan las ganas de querer avanzar y hacerles frente. Son tremendamente poderosos y pueden eliminarlos de tan solo un golpe. Un acierto por parte de Naughty Dog, puesto que eso hace que realmente les tengamos miedo. Si pudiésemos enfrentarnos a ellos como a los zombis de Left 4 Dead, donde los muertos no nos quitan casi nada de vida y nosotros les matamos de apenas un par de balas, no tendríamos problema en ir como pollos sin cabeza por los escenarios.
Sin embargo, The Last of Us plantea unos infectados sumamente fuertes a los que tenemos que matar con sigilo, con cuidado o apuntando muy bien a sus partes vitales. Esto es, la cabeza. Los chasqueadores, y sus variantes, deberían ser el ejemplo a seguir para todos los infectados de las ficciones posteriores. Seres únicos y con una fuerza superior a la de cualquier otro.
La intensidad de los tiroteos
Como decíamos, esto no es Left 4 Dead ni ninguna otra variante de juegos de acción de zombis. En The Last of Us cada bala es importante, y cada arma cuerpo a cuerpo es de vital importancia para ahorrar toda la munición posible. Naughty Dog hace que los tiroteos en el juego no sean demasiado abundantes, pero sí muy intensos. Cada bala que disparamos desde las armas de Joel debe estar bien dirigida, porque el mínimo fallo puede causarnos la muerte. Podemos sentir el retroceso y la potencia de las diferentes armas del juego. El miedo es un factor clave para que nos tomemos los enfrentamientos mucho más serios que como lo haríamos en otro videojuego, puesto que los nervios pueden hacer que perdamos los estribos. Además, el arsenal tampoco es que sea increíblemente variado y podamos ser un one-man-army, como el reciente caso de Days Gone, por lo que hay que ser cuidadosos y elegir bien los combates.
Visualmente mantiene el tipo
Teniendo en cuenta que hablamos de un juego de 2013 y que sí, efectivamente, ha recibido una remasterización, The Last of Us mantiene el tipo como pocos. Un juego de hace siete años que puede hacer frente en apartado visual a otros videojuegos recientes no es moco de pavo. The Last of Us elige bien qué escenarios construir y cómo hacerlo. Evita los mundos abiertos y los grandes espacios para explorar para que el camino fijo a seguir para el jugador esté lo más pulido posible y se vea en las condiciones más óptimas. Con sus pequeños errores, por descontado, pero el hincapié de Naughty Dog por intentar proyectar un mundo en pleno caos construido con el mayor mimo posible, se nota a la larga y hace que otros juegos que gozan de una gráfica más potente, pero tratada con menos cuidado, se quede por detrás.
La frescura de su jugabilidad
La jugabilidad de The Last of Us es bastante sencilla. No tendremos que perder demasiado tiempo en hacernos con los controles, de hecho son bastante intuitivos, ni tampoco en tener que aumentar demasiadas habilidades de Joel durante la campaña. Naughty Dog apostó por una jugabilidad sencilla, pero efectiva. Sin buscar que el árbol de habilidades fuera demasiado complejo ni tampoco que la creación de armamento fuera complicado. El crafteo es bastante sencillo y los objetos que necesitamos para crear, por ejemplo, bombas, no es que sea especialmente difícil de encontrar.
Una de las razones, posiblemente, es que The Last of Us busque ser un juego abierto a todo tipo de público para poder captar a más usuarios. Partiendo de esa historia típica que siempre funciona en el mainstream, el juego sigue la misma estela en lo que respecta a jugabilidad: crear un sistema cuya curva de aprendizaje sea sencilla para que cualquier usuario pueda disfrutar de la historia y los personajes.
La capacidad que tiene por transmitir emociones
Hay algo inexplicable en The Last of Us, algo intransferible y que es lo que lo convierte en una obra maestra de cabo a rabo: la capacidad que tiene por lograr transmitir, y plasmar, tan bien las emociones que sienten sus personajes protagonistas y secundarios. Es prácticamente inevitable caer atrapado en sus redes y empezar a avanzar en la historia, no por querer terminar o ver el final, sino por descubrir cómo los personajes evolucionan y hacen frente a los nuevos peligros que van surgiendo. Así como, también, conocer en mayor profundidad los lazos que van atando en corto los destinos de Ellie y Joel.
Hablamos de una calidad de libreto que podría compararse fácilmente con el de la mejor de las películas del género. Cada paso y cada nivel nuevo que alcanzamos tiene su efecto en el arco de los personajes. No se trata de avanzar sin más para matar a más zombis, sino en acompañar a dos personajes de la mano hasta el fin de sus días.
El multijugador
Por desgracia, el multijugador fue cerrado hace no demasiado tiempo en PS3. Pero mientras estaba activo, era uno de los mejores a los que hemos jugado. Si habéis sido jugadores habituales de Metal Gear Online 1 y 2, el sistema de juego era bastante parecido. Uno en el que el trabajo en equipo era de vital importancia para poder ganar las partidas. Las estadísticas no eran importantes, solamente importaba vencer. Para ello, era obligatorio explorar un poco los mapas, en busca de herramientas para craftear armas que nos dieran ventajas frente a nuestros rivales, y cooperar con el resto de miembros de nuestro equipo: cubrirles, curarles y elaborar estrategias para, sobre todo, flanquear la base enemiga y pillar a todos por la espalda. Era un multijugador táctico que evitaba parecerse a cualquier otro shooter mainstream del momento, lo que le diferenciaba del todo y le daba un punto de originalidad que solamente podíamos encontrar en The Last of Us, y otros pocos títulos más.
Un final épico
El final, sin duda, va a ser uno de los puntos por los que The Last of Us vaya a ser recordado. Joel, perdido por todo el amor que seiente por Ellie, acaba con todos los que intentan ponerle la mano encima, aun a costa de que la humanidad pueda irse al garete del todo. El último acto todavía es una incógnita para todos, puesto que desconocemos cómo van a afectar las decisiones de Joel en la vida de Ellie, que en la segunda entrega de The Last of Us parece no tener demasiada buena relación con el hombre que la protegió durante mucho tiempo. Pero para eso, todavía tenemos que esperar un poco.