Análisis de God of War Ragnarök. Kratos y Atreus vuelven por la puerta grande… y la hacen pedazos
Podemos hacer esto de dos maneras. La primera consiste en que os digo ya que God of War Ragnarök es un juegazo, que si os gustó el primero vais a disfrutar de lo lindo con este y que podéis estar tranquilos sabiendo que no hay aquí ningún destrozo. La segunda viene desarrollada en un puñado de párrafos escritos debajo de este. Y sin spoilers de ningún tipo.
Espero que hayáis optado por esta última. Es la más divertida.
Hay una opción en el menú principal de God of War Ragnarök que permite ver un resumen de lo acontecido en el anterior. Una idea tan sencilla y útil que debería implantarse en toda secuela, como también estaría bien poder gozar en todos los juegos actuales y futuros de la millonada de opciones de accesibilidad de que dispone esta entrega. De hecho, hay que pasar por dichas opciones la primera vez que arranca el juego, lo cual ya demuestra la importancia que el estudio le ha querido dar al tema. Lo del resumen lo veo más sencillo de realizar para cualquier compañía, ya que al final se trata de añadir un pequeño vídeo con escenas clave del anterior juego para refrescar la memoria. Lo segundo quizás sea más complicado de llevar a cabo por estudios más pequeños o con menos recursos, pero es algo a lo que en general debería tender la industria: que el mayor número de personas pueda disfrutar de los videojuegos eliminando todas las barreras posibles. Trabajazo el que ha hecho Santa Monica Studio aquí, de verdad.
Que las primeras horas con God of War Ragnarök no te asusten
Entrando en harina, God of War Ragnarök es un juego muy distinto a su predecesor. Y a la vez, por muy contradictorio que suene, muy similar. En el texto que publiqué hace unos días con mis primeras impresiones tras haber jugado alrededor de ocho horas, comenté que la sensación que me estaba transmitiendo era la de estar ante una enorme expansión más que delante de un juego nuevo. Y sigo manteniéndolo: el juego da un giro interesante a partir de cierto momento que no voy a revelar (y que llega tras esas primeras seis u ocho horas), arranca de verdad, pilla velocidad y… hasta el infinito y más allá. O dicho de otra forma: las primeras siete u ocho horas, en función de si vais haciendo las misiones secundarias sobre la marcha o no, son una especie de enorme tutorial.
Que nadie se asuste: este tutorial, por llamarlo de alguna manera, no tiene nada de aburrido. Es más, nos lanza varios enfrentamientos con jefes poderosos, nuevas localizaciones (ahí sí hay una bastante fea en comparación con todo lo que nos espera después) y un buen puñado de historia para ir sentando unas bases claras sobre hacia dónde se dirige la trama.
Que nadie se asuste 2: si veis que esos primeros enfrentamientos contra enemigos fuertes no son especialmente espectaculares, tranquilos. En realidad constituyen una forma de calentar ante todo lo que os espera, que no es poco ni malo. De hecho, este juego guarda algunos de los mejores combates que he podido jugar en años tanto por espectacularidad como por la forma en la que están planeados.
Y hablando de horas, por si os interesa el dato, he alcanzado el final del juego en 37 horas. Ahí van incluidas algunas misiones secundarias, pero no todas. Ni de lejos. Mi idea inicial cuando recibí el código, dado que fue con semanas de antelación, era la de jugarlo con calma, como si no tuviera que escribir el análisis. De esa forma podría exprimirlo todo como hubiera hecho en una situación distinta. La cosa es que, a medida que se acercaba la fecha de embargo y me daba cuenta de la envergadura real del juego, tuve que dejar las misiones secundarias de lado. Diría que, entre lo que dejé aparcado y lo que se abre en el endgame, el juego puede llegar a dar para algo como 50 o 60 horas perfectamente si uno quiere completar el 100%.
Me quiero parar un poquito en las misiones secundarias. Recuerdo que una de ellas me llevó algo menos de dos horas durante las cuales no sólo había que resolver varios puzzles y visitar distintos puntos de interés, sino que se desarrollaban tramas secundarias la mar de interesantes que sería una pena perderse. Hay mucho, mucho material ahí como para dejarlo pasar. Por no hablar de las recompensas: merece mucho la pena hacer este tipo de misiones no sólo por la historia y la diversión que ofrecen, sino porque en ningún caso tiene uno la sensación de haber perdido el tiempo. Siempre se consiguen materiales útiles para mejorar equipo, así como puntos de experiencia para gastar en desbloquear habilidades o mejorar poderes rúnicos.